La obra se representa como se concibió en origen, manteniendo intacto el texto de Arniches, y tanto la escenografía como el vestuario nos llevan a la época de ese pintoresco y saleroso Madrid de la primera guerra mundial.
Los personajes desfilan por esa “ventana” mágica que es el escenario a veces inocentes, a veces pícaros con el ritmo y modos con los que se manejaban las mujeres y los hombres de ese tiempo .Y aunque quizá al espectador de hoy en día pueda resultarle un tanto pueril realmente el juego del gato y el ratón, y el cazador cazado sigue siendo aleccionador y sobre todo divertido teniendo en cuenta que el Amor es lo único que no pasa de moda.
Este clásico argumento es el soporte sobre el que Arniches, con su habitual maestría, construye una completa galería de personajes enraizados en la comedia española, la pareja principal, compuesta por el pinturero Manolo, marido de Petra, y su chulapa pero "honrada esposa"; los padres de Petra, la señora Nicanora y el señor Nicomedes, histriónico personaje llevado hasta la caricatura ,la criada Eudoxia y el barbero Conesa, contrapartida cómica y vulgar de sus señores y otros personajes como los padres de Manolo, los señores Bibiano y Raimunda, caricaturas todos ellos de la clase popular madrileña de principios del siglo XX.
El gracejo e ingenio del lenguaje, lo acertado de los conflictos y situaciones y el perfecto acabado de los caracteres, hacen que la risa y el entretenimiento estén completamente asegurados.